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domingo, 26 de junio de 2011

EL MAR, LA SIRENA Y YO, Poema de Dante Franco

EL MAR, LA SIRENA Y YO


Me encuentro de repente en altar mar,
y aun estando solo, el agua no me asusta,
navego entre las olas, el viento y blanca espuma,
mirando el horizonte, el cielo, su hermosura.

Presiento en ese instante hallar la paz suprema,
sin penas ni dolores o angustias en el alma,
no pienso en el pasado, teniendo esa gran calma,
que absorta mis sentidos, mi mente, mi delirio.

No sé como o por qué, pero yo estaba ahí,
jamás fui marinero, ni un barco he abordado,
mas, en esa ilusión, ya estaba acostumbrado,
a ser el amo y rey del mar y sus dominios.

En la apacible ruta, que sigo sin destino,
la noche me sorprende con todas sus estrellas,
que titilan incansables, dejando sus estelas,
cual dulce poesía de paz, amor, sosiego.

La brisa me acaricia con manos invisibles,
el viento y mi cabello comparten movimientos,
mis ojos se extasían mirando el firmamento,
que forma un escenario de amor para la luna.

Allá en la lejanía, coqueta va asomando,
y el mar al percibirla, ansioso se estremece,
mostrando su alegría, a mi barca que se mece,
cual frágil hoja seca en su manto azul oscuro.

En medio de este embrujo saturado de romance,
rompiendo el gran silencio, me llega a los oídos,
la dulce melodía de una canción de ensueño,
tan bella y fabulosa que priva mis sentidos.

Entonces impaciente, apresurado busco,
en todos los contornos que alcanzo yo a mirar,
mas, nada veo aun y empiezo allí a temblar,
con emoción intensa, al escuchar el canto.

De pronto, las penumbras parecen despejarse,
dejando paso libre a luz muy cegadora,
con miedo cubro el rostro, con manos temblorosas,
y espero amedrentado, descubrir lo que era eso.

Y siguen mis oídos oyendo aquellas notas,
aquellas melodías tan suaves y sublimes,
tan apaciblemente, que el temor se desvanece,
llenándome de calma y paz indescifrables.

Ya sin temor alguno, me enfrento hacia el enigma,
y ¡Oh mortales ojos! paralizados quedan,
al ver la criatura, más bella que existiera,
mitad niña divina, mitad pez juguetón.

Su pelo muy dorado, cual oro del más fino,
destella sus fulgores en medio de las sombras,
y el verde que despiden sus ojos tan hermosos,
me trae a la memoria, dos perlas refulgentes.

Sus pechos bailotean en rítmicos danzares,
mientras que sus manitas, jugando con la espuma,
formaban mil aureolas de colores variados,
en tanto que sus labios cantaban con deleite.

Sintiendo un arrebato, de alcanzarla quiero,
pero fatal mi suerte, ni a tocarla llego,
porque en esos momentos, tan justos y precisos,
la luz de la alborada, con fuerza me despierta.

Y en esa mi locura, reniego la desgracia,
pensando en la pureza de aquella sirenita,
que en ese corto sueño, dejó toda la dicha
que este infeliz mortal, llegara a conocer.

Texto de Dante Franco


6 comentarios:

yaraeosol - yaralm dijo...

Hola, Francisco! Me encantó tu blog!
Un abrazo,
Yara

julia rubiera dijo...

bellisimas y sensibles letras nos regala tu pluma de poeta, esta asturiana amiga y admiradora te da infinitas gracias por hacernos participes de ellas, un besin.

magdalenacontreras dijo...

Muy bonito.
Bella y sensibles tus letras.
Gracias por regalarnos tanto sentimiento.
Un saludo.

Paquita Pedros dijo...

Muy hermoso poema me encanto
un beso cielo

LaCuarent dijo...

Gran poema amigo el seleccionado
Un beso

Artes e escritas dijo...

Amei o final porque a pureza renega a desgraça e devolve a serenidade. Um abraço, Yayá.