VIVENCIAS
¿Cuánto es recuperable de lo que se ha vivido,
del amor, el trabajo, la visión de futuro?
Lo que fue nos parece que nunca ha sucedido,
que tal vez fuera un sueño, cada vez más oscuro.
Y al fondo del recuerdo, ¿qué nos queda? La sombra
de lo que, ya intangible, se hace más impreciso;
la indefinida huella de un pie sobre la alfombra,
o la palabra incierta juzgada compromiso.
Fuimos la temblorosa llama abrazada al leño,
y ahora somos el humo que se alza y se disuelve;
del cuadro que pintamos sólo queda el diseño,
no somos lo que fuimos, lo que se fue no vuelve.
El amor que ofrecimos tal vez aún persevera
tras haberse evadido quien el suyo otorgara;
mas lo que entonces vimos vemos de otra manera,
cual si un genio maléfico las cosas trastocara.
Y nos disminuímos cada vez que amenguamos
cuanto fue nuestro júbilo, nuestra etapa de gloria;
hay que tallar en mármol las horas en que amamos,
para que no intentemos rectificar la historia.
Quizá nuestras vivencias son irrecuperables,
pero también debieran permanecer intactas;
tal como sucedieron, sean inolvidables,
sin tergiversaciones, virginales, exactas.
Texto de Francisco Álvarez Hidalgo
¿Cuánto es recuperable de lo que se ha vivido,
del amor, el trabajo, la visión de futuro?
Lo que fue nos parece que nunca ha sucedido,
que tal vez fuera un sueño, cada vez más oscuro.
Y al fondo del recuerdo, ¿qué nos queda? La sombra
de lo que, ya intangible, se hace más impreciso;
la indefinida huella de un pie sobre la alfombra,
o la palabra incierta juzgada compromiso.
Fuimos la temblorosa llama abrazada al leño,
y ahora somos el humo que se alza y se disuelve;
del cuadro que pintamos sólo queda el diseño,
no somos lo que fuimos, lo que se fue no vuelve.
El amor que ofrecimos tal vez aún persevera
tras haberse evadido quien el suyo otorgara;
mas lo que entonces vimos vemos de otra manera,
cual si un genio maléfico las cosas trastocara.
Y nos disminuímos cada vez que amenguamos
cuanto fue nuestro júbilo, nuestra etapa de gloria;
hay que tallar en mármol las horas en que amamos,
para que no intentemos rectificar la historia.
Quizá nuestras vivencias son irrecuperables,
pero también debieran permanecer intactas;
tal como sucedieron, sean inolvidables,
sin tergiversaciones, virginales, exactas.
Texto de Francisco Álvarez Hidalgo
5 comentarios:
Muy bien , amigo mío...¿no digo yo algo parecido en mi sueño...?
Pero te extiendes más y mejor...
Un abrazo.
Un emorme placer haber llegado a tu casa y disfrutar tus versos, te sifo Francisco
Un abrazo
Stella
PRECIOSO POEMA! FELICITACIONES Y GRACIAS POR PASAR POR MI SITIO!
SALUDOS!
Tan profundo y real...como el despuntar del alba...esas vivencias que no se borraran jamas..es la flor con espinas dulcemente clavadas.
Un placer leerte
Un abrazo colombiano
Aunque muera el amor siempre quedan los recuerdos y esos nunca se pueden olvidar.
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