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domingo, 10 de abril de 2011

LIBRO ABIERTO, Francisco Álvarez Hidalgo


LIBRO ABIERTO

El libro abandonado en el silencio
de la mesa desierta,
clamaba en mudos gritos. Era un rostro
tenso hacia el techo, y su mirada ciega
era acervo de agravios, de misterios,
de nimiedades, de magnificencias.
Sus páginas latían,
corazón inocente, mansa lengua.

Los libros tienen alma,
que cada cual entiende a su manera.
Alguien lo dejó escrito,
pero no es algo estático, conecta
con quien se asoma al borde de su espejo,
y en parte lo refleja.
Un libro escrito es obra siempre en marcha,
porque el lector añade sus vivencias,
provocadas por frases de amargura,
de gozo, de entusiasmo, de tristeza,
que hacen vibrar las más íntimas fibras
tensadas por el tiempo y la experiencia.
Cada cual ve sus rasgos en el texto,
y cada alma a su modo se contempla,
como si hubiera sido
el molde mismo en que el autor vertiera,
a modo de oro líquido, sus sueños,
su numen de poeta..
Yo me he visto en cien libros
nunca por mí engendrados, y sus lenguas
me hablaban en directo,
como alguien que al pasar me conociera.
Y otros, a mí distintos,
se han encontrado igual entre sus letras,
que hablan a tantas almas
con precisión idéntica.

Este libro que observo, palpitante,
confidencial, gentil, sobre la mesa,
como en conversación interrumpida,
mas sosegado, en apacible espera,
nunca se irá, su voz a flor de labio,
si en abandono, sin desavenencia.
Espejo a punto de aceptar el rostro
de quien se asome a su ventana abierta,
y hablarle en inequívoco lenguaje,
como hablan el violín, o las estrellas.
Texto de Francisco Álvarez Hidalgo

¡Gracias,Marigil, por regalarnos tanta belleza...


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